Otra vez llega la Navidad con sus árboles, sus turrones, y su interminable lista de anuncios que nos itentan empujar al más feroz de los consumismos. Y entre los anuncios que nos bombardean sin piedad repiqueteando nuestros oídos, uno ha llamado poderosamente mi atención.
Como veis, el chico consigue todo con sólo chascar un dedo, y todo lo que consigue son maravillosos valores (fama, dinero) y finalmente,la mujer, cosificada al extremo, que deja caer su ropa interior sumisamente ante el mahco diminante.
Estos publicistas merecen un premio.
Pero la versión femenina del anuncio tampoco ofrece una vista mucho mejor:
Como puede observarse, la chica, también con profundos valores parece obtener todo lo que desea: lujos, fama, y finalmente hasta un diamante. En el anuncio, la mujer epitomiza todos tópicos viejos y vanos sobre una mujer manipuladora e interesada que se acerca a los hombres por interés.
Debemos estar atentos, y observar siempre qué clase de visión de nosotros mismos proyecta la publicidad, si nos podemos sentir identificados o si simplemente los rechazamos. No podemos ver pasivamente lo que la televisión vomita en nuestros salones cada día sin siquiera expresar que no estamos de acuerdo con ello.
Quisiera que todos nos fijásemos por un momento de todo eso que se nos quiere vender estas Navidades y que pensemos si la visión que se tiene del hombre y de la mujer son las que queremos ver.
Hola Juana. Soy Juan Pedro (de Ciencias Sociales). Este tema lo hemos tratado bastante en Cambios Sociales. Básicamente la sociedad, y por ende el sistema cultural y de valores al que pertenecemos, nos imprime e impone unos referentes de éxito o de fracaso; en el caso concreto de tu blog, el referente social principal -y que, desde una perspectiva antropológica está presente de manera casi universal- que se impone es que el éxito se mide en base a nuestra capacidad para conquistar, subordinar y someter a nuestras necesidades más primarias (en este caso la reproducción) a compañeros/as de sexo contrario. Ahora bien, este referente se inculca con más frecuencia entre varones (como símbolo de vigor y virilidad) que entre mujeres (en este caso, con un carácter muy despectivo, más bien como una advertencia de lo que una mujer respetable y decente no debe hacer).
ResponderEliminarDesgraciadamente los jóvenes son presa fácil de este tipo de anuncios, fundamentalmente por la situación física-psíquica en la que se encuentran inmersos (pubertad, inseguridad con su propia imagen, búsqueda de un modelo de referencia, etc.).